Hemofilia
La hemofilia es un problema hemorrágico. Las personas con hemofilia (PCH) no sangran más rápido de lo normal, pero pueden sangrar durante un período más prolongado porque su sangre no contiene una cantidad suficiente de factor de coagulación. El factor de coagulación es una proteína de la sangre que controla el sangrado.
La hemofilia se considera un trastorno poco común. El tipo más común de hemofilia se llama hemofilia A. Las personas con hemofilia A no tienen suficiente factor de coagulación VIII (ocho). Aproximadamente 31 de cada 100,000 varones tienen hemofilia A. Otro tipo de hemofilia menos común se llama hemofilia B. las personas con hemofilia B no tienen suficiente factor de coagulación IX (nueve). Aproximadamente 4 de cada 100,000 varones tienen hemofilia B. El resultado para personas con hemofilia A o B es el mismo; es decir, sangran durante un tiempo mayor al normal.
Durante muchos años, la gente pensaba que solamente los hombres y los niños (es decir, los varones) podían tener síntomas de hemofilia, como hemorragias en general y específicamente hemorragias en las articulaciones, mientras que las mujeres “portadoras” del gene de la hemofilia no presentaban síntomas hemorrágicos. Ahora sabemos que muchas mujeres y niñas presentan síntomas de la hemofilia.
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¿Cómo se contrae la hemofilia?
Las personas nacen con hemofilia, no se pueden contagiar de otra persona, como ocurre con un resfriado.
La hemofilia generalmente es hereditaria; es decir, se transmite a través de los genes del padre o de la madre. Los genes portan mensajes sobre la manera en la que las células del cuerpo se desarrollarán conforme el bebé crezca hasta convertirse en adulto. Por ejemplo, los genes determinan el color del cabello y los ojos de una persona.
Todas las hijas de un padre con hemofilia heredarán la copia alterada de su cromosoma X. Ninguno de sus hijos resultará afectado ellos heredan su único cromosoma X de su madre (figura 1A).
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¿Cuáles son las señales de la hemofilia?
Las señales de la hemofilia A y B son las mismas y abarcan las siguientes:
Propensión a los moretones.
Hemorragias en músculos y articulaciones, particularmente rodillas, codos y tobillos.
Hemorragias espontáneas (hemorragias internas repentinas, sin motivo aparente).
Hemorragias durante mucho tiempo, después de lesiones, extracciones dentales o cirugías.
Hemorragias durante mucho tiempo, después de accidentes, particularmente después de lesiones en la cabeza.
Las hemorragias en músculos y articulaciones causan las siguientes sensaciones:
Dolor o “sensación extraña”;
inflamación y sensación de calor;
dolor y rigidez;
dificultad para utilizar la articulación o el músculo afectados.
Aproximadamente un tercio de las portadoras de hemofilia sintomáticas tienen niveles de factor de coagulación en la sangre menores al 60 por ciento de lo normal y podrían presentar hemorragias anormales. En la mayoría de los casos, estas mujeres presentan síntomas similares a los observados en hombres con hemofilia leve, al igual que algunos específicos de las mujeres, tales como periodos menstruales prolongados o abundantes y más probabilidades de presentar hemorragia posparto después del alumbramiento.
Fuente: Federación Mundial de Hemofilia – elearning.wfh.org